negativo

jueves, mayo 24, 2007

Y ya (Espero)

Basta de callarme esto. Es increíble la cantidad de cosas por las que he pasado todas estas últimas semanas, emocionalmente hablando. Recuerdo que hubo un punto en el que quería escribir sobre la frustración de no poder contar un par de historias que necesitaba contar por mantener en secreto algunas cosas, frente a esas personas directamente involucradas y en suma a quienes estuvieran ligados a ellas. Pero al final, ya ven, no lo hice. Y, ahora, qué más da.
No me siento nada bien. Han sido días bastante extraños en verdad. Con un cambio de rutina bastante claro. Pero eso no interesa. Interesan mis procesos emocionales, los vividos desde que supe que venía, todo lo que experimenté interiormente hasta el jueves pasado en que de alguna forma las cosas se tranquilizaron. Al menos esa verdad dejó de ser solo mía para pasar a ser parte de ella también.
Durante meses me he dedicado a sobreponerme a su partida y al fin lo iba consiguiendo más o menos bien –o al menos eso sentía y creía-, cuando ya finalizaba abril y las circunstancias eran mas o menos distintas. Pero alguien me dio esa noticia aquella noche de sábado, en la entrada de mi casa. Y a partir de ahí todo fue distinto; fue como si todo a mi alrededor desapareciera y solo era mi yo experimentando una serie de ideas, pensamientos, sensaciones, sentimientos, recuerdos, visiones, cargado de un frenesí adrenalínico y en suma del pánico que se apoderaba de mí vertiginosamente.
Me di cuenta de tantas cosas. Demasiadas. No iba “más o menos bien”. Solo pensaba que era así, pero no y la sola idea de su visita me daba pánico absoluto. Poco a poco la sensación fue disminuyendo con los días, pero el miedo continuaba ahí. Y no se diluía. Al final lo que pude entender de mi y descubrir es que aun no había superado las cosas del todo –faltaba un buen trecho- y, en cierta manera, llevaba cosas dentro que me ataban a ella aun. Pero eso último como que no lo tenía claro y así estuve por varias semanas hasta la pasada en que de alguna forma las cosas cambiaron de rumbo.
Alguien me dijo que por sanidad debía decirle todo lo que llevaba dentro. A mí esa idea nunca se me había cruzado por la mente siquiera y me pareció bastante buena, ya que siempre he creído en la apertura y la honestidad, aunque siempre me costó al tratarse de mis sentimientos.
Si de alguna forma me sentí en todos esos días fue como un gran tonto. Por pensar tantas cosas de ella, por sentir tantas cosas de nosotros dos. Pero entendí que son mis sentimientos y por tanto no pueden ser tontos. Que aunque no los quiera dentro, son míos y no puedo pensar que son tontos.

Esas cosas me llevaron a decirle todo a ella. Todo lo que me había guardado estos meses, las razones por las que hice cosas que hice y nunca se las dije, los sentimientos y pensamientos supuestamente tontos, mi pánico y todo lo que entendí de mí luego de haber recibido la noticia de su visita.
Dediqué varias horas del jueves a redactar la carta que por la noche le mandé en la que le decía todo aquello de manera bastante detallada, con el fin de botar aquellas cosas que tenía dentro, una tentativa más por desatarme, pero con el miedo de alejarla aun más –la extraña paradoja de todo esto.
No fue si no hasta el sábado por la noche que pude leer su respuesta. Leí y leí líneas y líneas, pero no sabía cómo reaccionar ante lo que iba leyendo, no sabía qué decir y ella tampoco. Lo cierto es que no me gustaba nada lo que leía y aunque le decía a ella que es lo que es, que no es ni bueno ni malo, lo que leía no me gustaba. Hubo algo de lo que me dijo que me dolió, pero de todos modos no dejaba de tener razón.
No me sentía nada bien. Nada bien. Yo tenía pensado ir al María Reiche a distraerme y meditar. Pero tenía un compromiso con el que cumplir aunque no tuviera ganas de cumplirlo. Sin embargo, la noche se desarrolló de manera bastante fuera de lo común y bastante fortuita, además. Una amiga (a quien no veía desde enero) en el msn me decía que quería salir y la pm, y yo con el compromiso ese. Entonces le dije que me acompañara al MR y de ahí fuéramos a lo del compromiso. La fui a recoger a su casa y nos pegamos una buena lata por toda la avenida Del Ejército hasta la altura del parque María Reiche, que bordeamos, y seguimos por el malecón hasta Pardo, donde entramos, rumbo al Oso Bar, donde no iba desde hacía más de un año, me parece.
Al final, tomé algo de chela (un vaso en total fácil), bailé algunas canciones, salté y grité al ritmo de Killing in the name y pogueé con Smells like teen spirit, sintiendo que convertía parte de mi tristeza en rabia y la expulsaba cual vómito. Fue una extraña noche, ligeramente catártica.
Hoy quisiera hablar con ella una vez más. Hacerle una pregunta acerca de aquellas cosas que me dijo aquella noche y ya. Sí, y ya. Ahora, luego de tanto, me siento como antes de saber que venía pero sabiéndolo. Bastante extraño, en verdad. Pero sé que tengo todo para salir de esto -al fin-, solo quisiera preguntar eso para tener en claro algunas cosas y ya. Sí, y ya.